Descubra Bonifacio desde el agua
Bordeada por el mar Tirreno al este y el mar Mediterráneo al oeste, la ciudad de Bonifacio domina desde sus acantilados calcáreos el extremo sur de la Isla de la Belleza. Como en equilibrio, a más de 70 m sobre el nivel del mar, esta ciudad fortaleza puede recorrerse a pie, pero su esplendor se admira plenamente desde el Mediterráneo... en kayak o desde la cubierta de un barco.
Desde su construcción en el año 833, la ciudad de Bonifacio domina el sur de Córcega... mirando al Mediterráneo, hacia Cerdeña, 12 km al Sur. Esta ciudad fortificada, la más antigua de la Isla de la Belleza, se ha convertido desde entonces en el municipio francés más meridional de la Francia continental. Conocida por su arquitectura medieval, su ciudadela de 900 años y la Escalera de Aragón de 189 peldaños (187 originales y 2 añadidos), la ciudad fortaleza de Bonifacio ofrece aún más maravillas por descubrir, ¡a orillas del mar!
Bonifacio, joya de la corona de una historia azarosa y fascinante, es una de esas ciudades que pueden visitarse a pie, pero cuya belleza y grandeza sólo pueden contemplarse desde el mar Mediterráneo.
Bonifacio, un descubrimiento en barco
Históricamente temido por los navegantes por sus fuertes corrientes y aguas poco profundas, el estrecho que separa Cerdeña de la comuna más meridional de Francia continental lleva el famoso nombre de Bouches de Bonifacio... un lugar excepcional donde el mar Mediterráneo se encuentra con el mar Tirreno. Para los amantes de la biodiversidad, esta particularidad geográfica ha dado lugar a una zona regulada y protegida por el decreto de 23 de septiembre de 1999: la reserva natural de Bouches de Bonifacio.
Convertido rápidamente en destino turístico obligado en el extremo sur de la isla de la Belleza, este territorio protegido y altamente regulado sólo es accesible por mar, en cruceros en catamarán o lancha neumática.
Situada entre Córcega y Cerdeña, esta zona costera y marítima es la mayor reserva natural de Francia continental, con una superficie de 80.000 hectáreas y el 37% de las especies endémicas del Mediterráneo. Su variado territorio incluye los archipiélagos de Lavezzi, Cerbicale, Bruzzi y Moines. Más que bellas islas e islotes, estas perlas mediterráneas albergan una fauna endémica fácil de avistar, como pardelas, cormoranes moñudos, meros, lagartos tiliguerta, grandes nacras y lapas gigantes, así como habitantes más raros como delfines mulares, tiburones peregrinos y rorcuales comunes. La reserva natural de las Bouches de Bonifacio, visitada por casi 20.000 personas al día (durante la temporada alta de agosto), es un lugar de descubrimientos, intercambios y biodiversidad que se extiende hasta el extremo sur de la isla de la Belleza. Así que, para no desbordarse sin olvidarse de relajarse, los profesionales del turismo le proponen una completa oferta de salidas marítimas... en el programa: visita a las islas e islotes, explicación del medio marino y descubrimiento de la flora endémica y sorprendente, gracias sobre todo a la posibilidad de practicar snorkel, en el corazón de este lugar privilegiado.
El archipiélago Lavezzi, visita obligada en Bonifacio
Situado a 10 km al sureste de la ciudad de Bonifacio, se puede llegar a este archipiélago en sólo 20 minutos en barco o, para los más motivados, en kayak de mar. Con una superficie de 200 hectáreas, el archipiélago de Lavezzi está formado por 23 islas, islotes y arrecifes de granito, rodeados de aguas cristalinas y vistas paradisíacas. Sin embargo, por razones de seguridad y para preservar la biodiversidad del lugar, sólo se puede desembarcar en tres islas: Piana, Lavezzo y el islote de La Sémillante. En esta última, históricamente famosa por el naufragio de la fragata nacional La Sémillante en 1855, se han erigido dos cementerios en honor de los marineros perdidos.
Bonifacio, entre cuevas marinas y acantilados calcáreos
Un paisaje de postal, tan impresionante como majestuoso. Con casi 100 metros de altura en algunos puntos, los blancos acantilados calcáreos de Bonifacio se alzan orgullosos frente al mar Mediterráneo. Resultado de un proceso geológico que comenzó hace millones de años, estos acantilados se formaron tras hacer frente a la erosión causada por el agua y el viento. Símbolo indiscutible de la ciudad de Bonifacio, estos espectaculares edificios rocosos pueden admirarse desde tierra, gracias al sendero que se extiende desde la ciudadela hasta el faro de Pertusatu (distancia: 4,2 km). Sin embargo, la majestuosidad de este paisaje sorprendentemente blanco impacta aún más cuando se eligeadmirarlo desde el agua.
Por último, para completar su descubrimiento de este mágico lugar, lo más insólito está aún por llegar. Partiendo del pintoresco puerto de Bonifacio o de la playa de Piantarella, maravíllese ante el genio de la Madre Naturaleza... desde la cubierta de un barco o con la fuerza de sus brazos, en kayaks de mar, penetre en la intimidad de las grutas marinas de la Isla de la Belleza: lugares atemporales y perfectamente atípicos.