Ile d'Yeu es la isla atlántica francesa más alejada del continente, lo que explica la travesía de treinta a cuarenta y cinco minutos. Dar la vuelta completa no supone ningún problema. Al salir de Port-Joinville, hay que dirigirse hacia el norte, hacia la escarpada costa. Dos megalitos se yerguen al borde de la carretera antes de llegar a la Pointe du Châtelet.
La ruta discurre continuamente por carreteras y caminos empedrados, pero no está señalizada. A través de paisajes vírgenes, bosquecillos y praderas abiertas, descubrirá la costa salvaje y ondulada, el antiguo castillo fortificado construido en el siglo XIV y el pequeño puerto protegido de La Meule.
Una empinada bajada le llevará hasta allí. En los pueblos, las casas blancas de estilo mediterráneo con azulejos rosas y contraventanas azules contrastan con los acantilados de granito similares a los de Bretaña. Un ancho camino de tierra le llevará hasta La Croix, y después un pequeño desvío hasta Pointe des Corbeaux.
Le esperan playas de arena fina y pinares. Ahora está frente a tierra firme. En Saint-Sauveur, ya está tierra adentro. Al subir de nuevo a Port-Joinville, encontrará a su izquierda molinos que atestiguan la antigua época del cultivo del trigo. Ya ha descubierto un buen lugar para darse un baño, así que sólo tiene que volver...
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